21/12/06

Compañeros solidarios

Me extrañaba que nadie me cogiera el teléfono y sólo pudiera escuchar la voz de la operadora asegurando que el número marcado nunca había existido. Pero dejé de darle importancia en cuanto me cortaron la línea y se la dieron a otro tipo, que engrosó enormemente su vida social. Nadie podía ponerse en contacto conmigo, salvo con aquellos tambores que resonaban en la noche y que tuve que abandonar con las primeras denuncias.
Seguí sin comprender quién conspiraba para hundirme hasta que me pasé por la tienda y me encontré con esa dependienta tan simpática, esa que me atendió cuando tuve un mal día, a la que le dije todas esas cosas groseras, a la que hice llorar.

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