19/1/07

Finales imprevistos

Todos amaban a su personaje, el que le había dado la fama. Todos, salvo él. La gente le paraba por la calle y le preguntaba si iba a haber una próxima novela, si podía adelantarles algún detalle, que su personaje hizo muy bien en abandonar a aquella golfa que no le merecía... ¿Y quién se acordaba del autor? Incluso su propia madre llamó al hospital después del accidente para preguntarle si era grave y podría ponerse pronto a escribir. Y después estaba lo de su novia. Tan ausente en las últimas semanas, coincidiendo con el extraño buen humor de su protagonista.

Pero el escritor se sentía contento, porque sabía que en la próxima novela el personaje iba a tener una noche de ensueño y que a la mañana siguiente se levantaría para ducharse, a la espera de que ella despertara. Se sentiría tan feliz por ser un triunfador que, pobre estúpido de él, no se fijaría en esa pastilla de jabón que ella habría colocado a sus pies.

5/1/07

Métodos experimentales

Fuimos los primeros en aplicar ese método experimental. Desde pequeños, les enseñábamos a los niños a no depender de sus padres: ignorábamos sus parloteos, nos reíamos de ellos si empezaban a lloriquear, les dejábamos solos por las noches...

Sí, lo hicimos bien con esa generación, ninguno se echó a perder, estudiaron muchísimo y se han acabado convirtiendo en personas muy responsables e influyentes que se preocupan por nosotros. De hecho, dicen que van a construir un gran centro de ocio en el que cuidar a sus mayores y que en cuanto hayan realizado ciertas enmiendas en no se qué leyes retrógradas, podrán enseñarnos algunos métodos experimentales que están deseando utilizar.

21/12/06

Compañeros solidarios

Me extrañaba que nadie me cogiera el teléfono y sólo pudiera escuchar la voz de la operadora asegurando que el número marcado nunca había existido. Pero dejé de darle importancia en cuanto me cortaron la línea y se la dieron a otro tipo, que engrosó enormemente su vida social. Nadie podía ponerse en contacto conmigo, salvo con aquellos tambores que resonaban en la noche y que tuve que abandonar con las primeras denuncias.
Seguí sin comprender quién conspiraba para hundirme hasta que me pasé por la tienda y me encontré con esa dependienta tan simpática, esa que me atendió cuando tuve un mal día, a la que le dije todas esas cosas groseras, a la que hice llorar.

20/12/06

Relaciones comerciales

No es cierto que los anunciantes ejerzan control sobre ti si les dejas, eso es un mito de la profesión. Por supuesto que se preocupan, son humanos ¿no? Tienen que llamar para ver cómo va todo, si necesitas ayuda... Así que es lógico que pidan los artículos por adelantado para corregirlos, porque seamos sinceros, ellos están más puestos en el tema.
¿Y qué si de cuando en cuando te gritan un poco o te delatan ante el director? A cambio te invitan a esas cenas y te hacen regalos y te miman tanto, y no dejan de repetirte lo importante que eres para ellos y que confían en que nunca les defraudarás.

18/12/06

A tal artista...

La gente tiene musas, es lo normal. Son gráciles, delicadas y caen desmayadas por las esquinas. Musas, siempre vienen bien. En cambio, yo debo aguantar a un muso barrigudo y socarrón que pasa las tardes apalancado en el sofá mientras se bebe mi cerveza.
Su única lírica son chistes obscenos y siempre lleva ese ridículo tutú. Ha arruinado mi carrera. Me ha distanciado de mis amigos, que no lo soportan. Y me vacía la nevera. Ni siquiera puedo pedirle consejo, porque la última vez que le comenté que tenía una cita se limitó a enumerar una lista de sustancias que, echadas en la bebida, podían hacer soñar.

15/12/06

Obras y reformas

Cuando se cansaron de desfigurar la ciudad con sus obras, se centraron en mi bloque de apartamentos. Reformaron la fachada, arrasaron el portal como si fuese zona de guerra, instalaron antenas y placas solares en el tejado...
Y durante ese tiempo, sólo abría la puerta para entrar o salir de casa cuando pensaba que nadie podía verme, no fuera a ser que viesen el caos del interior y decidiesen hacer algo al respecto.

14/12/06

Sin rencor

Tenéis razón chicos, este laberinto es muy divertido. Aún no me puedo creer que os tomáseis tan bien que... Chicos ¡chicos! ¿Chicos?

Los recuerdos del poeta

El poeta exaltó su infancia perdida: aquellos tiempos de incencia, de asombrarse ante todo, de trascender la levedad de las cosas, de obrar con una sinceridad no emponzoñada por los convencionalismos sociales. Oportunamente, prefirió omitir las lagartijas muertas, las rabietas infatiles, los celos y la absoluta superficialidad.

12/12/06

Prueba de resistencia

Odio la M-30. Odio los atascos. Odio las salidas que un día encuentras abiertas y al siguiente cerradas y te obligan a buscar continuamente una nueva ruta. Odio a todas esas personas que no dejan de mirarte a través de los cristales. Odio a esos tipos que pierden el control. Odio las cámaras que nos filman. Y esos trozos de queso que nos dan si mantenemos la calma.
Y sobre todo, odio a esos malditos científicos que no dejan de tomar notas, mientras nos señalan y cuchichean entre sí, en lugar de buscarse un maldito trabajo.

11/12/06

Cien Palabras

Todas los viernes, el célebre autor salía al balcón a leer algún microcuento de cien palabras que acababa de escribir, y la gente que se congregaba abajo en la plaza, le aplaudía. Siempre. Incluso aquella vez que repitió un cuento por error, o cuando escribió un relato insultándoles e incluso aquella vez que no había terminado su historia y los aplausos le impidieron continuar.
Un viernes se sentó en un café cercano a la hora convenida. El pequeño coro de entusiastas llegó allí, esperó el tiempo que de media duraba un relato y aplaudió al balcón vacío. El autor probó a protestar, pero se calló cuando dos tipos le miraron con dureza y sin reconocerle.