19/1/07

Finales imprevistos

Todos amaban a su personaje, el que le había dado la fama. Todos, salvo él. La gente le paraba por la calle y le preguntaba si iba a haber una próxima novela, si podía adelantarles algún detalle, que su personaje hizo muy bien en abandonar a aquella golfa que no le merecía... ¿Y quién se acordaba del autor? Incluso su propia madre llamó al hospital después del accidente para preguntarle si era grave y podría ponerse pronto a escribir. Y después estaba lo de su novia. Tan ausente en las últimas semanas, coincidiendo con el extraño buen humor de su protagonista.

Pero el escritor se sentía contento, porque sabía que en la próxima novela el personaje iba a tener una noche de ensueño y que a la mañana siguiente se levantaría para ducharse, a la espera de que ella despertara. Se sentiría tan feliz por ser un triunfador que, pobre estúpido de él, no se fijaría en esa pastilla de jabón que ella habría colocado a sus pies.

5/1/07

Métodos experimentales

Fuimos los primeros en aplicar ese método experimental. Desde pequeños, les enseñábamos a los niños a no depender de sus padres: ignorábamos sus parloteos, nos reíamos de ellos si empezaban a lloriquear, les dejábamos solos por las noches...

Sí, lo hicimos bien con esa generación, ninguno se echó a perder, estudiaron muchísimo y se han acabado convirtiendo en personas muy responsables e influyentes que se preocupan por nosotros. De hecho, dicen que van a construir un gran centro de ocio en el que cuidar a sus mayores y que en cuanto hayan realizado ciertas enmiendas en no se qué leyes retrógradas, podrán enseñarnos algunos métodos experimentales que están deseando utilizar.